VLADIMIRO MONTESINOS: ¿Angel o Demonio?...NOVELA |
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Tema 1
Historias no contadas...
A penas asumió el gobierno de nuestro país el doctor Valentín Paniagua Curazao - en Noviembre del 2000 - se inició una inmensa ola de denuncias contra el ex Presidente Alberto Fujimori, entre las cuales, se afirmaba que se había enriquecido ilegalmente a través de los 10 años que duró su gobierno.
¿Será posible que el ex mandatario haya robado los dineros del Estado? ¿No será que tanta acusación es simple propaganda al mejor estilo nazi? ("miente, miente…que algo queda" o "una mentira repetida mil veces, se vuelve una verdad"). Revisemos algunos de los cientos de documentos presentados básicamente por sus propios acusadores y que constituyen el "expediente Fujimori", en ellos busquemos la verdad de lo realmente sucedido en la década pasada. Como siempre, usted tendrá el juicio final.
En Junio del 2002, la congresista Ana Elena Towsend, en su condición de Presidenta de Comisión, presentó ante el pleno del Congreso de la República el "Informe Final de la Comisión Investigadora sobre la situación, el origen y destino del dinero de Vladimiro Montesinos Torres y su evidente relación con el ex Presidente Alberto Fujimori Fujimori". Si de éste informe retiramos los adjetivos y suposiciones basadas en nada, lo único que en concreto queda con relación a Alberto Fujimori, es lo siguiente:
HALLAZGO 1:
El ex presidente tuvo una cuenta en el Banco Continental del Perú, donde le depositaba exclusivamente su pensión como docente cesante de la Universidad Agraria de la Molina. No existieron depósitos de ninguna otra naturaleza;
HALLAZGO 2:
Se encontró otra cuenta - en el Banco de la Nación - donde le depositaban mensualmente y exclusivamente su remuneración como Presidente de la República. No existieron movimientos de ninguna otra naturaleza.
HALLAZGO 3:
El 25 de Junio de 1993, Alberto Fujimori recibió a través del Banco de la Nación una transferencia procedente del Japón (a través del Banco del Brasil - Filial Tokio) por USD 225,123.82.
La misma comisión explica en su informe que posteriormente, el 29 de Junio de 1993, Fujimori realizó un depósito en la cuenta bancaria de la ONG APENKAI por USD 225,123.82 que procedían de una donación hecha la señora madre del vice ministro de finanzas japonés Makoto Utsumi. Estos fondos permitieron la construcción del Colegio Puyusca, en el asentamiento humano del mismo nombre en el distrito limeño de Villa María del Triunfo y que se puede observar desde la avenida Salvador Allende. Esta obra esta absolutamente documentada.
HALLAZGO 4:
Se encontró que Alberto Fujimori - entre diciembre de 1,998 y febrero de 1,999 - obtuvo ingresos por USD 669,500.00 procedentes de la venta de un inmueble de su propiedad de 2,575 m2 ubicado en Monterrico - Surco.
El informe revela el minucioso peritaje al que fue sometida esta transacción realizada ante notario público y no encuentra indicios para señalar que existieron irregularidades. No obstante, la fiscalía formuló denuncia y los jueces acusación, sin embargo y finalmente, el 10 de Junio del 2008, la Corte Suprema de Justicia, resolvió declarar ésta operación de compra venta como absolutamente legal.
CONCLUSION:
El fracaso de la Comisión Investigadora encabezada por Anel Townsend fue total. Sólo sirvió para determinar que los ingresos de Alberto Fujimori durante los 10 anos de su gobierno en promedio apenas superaron los S/.2,000.00.
La persecución contra Fujimori no pudo encontrar cuentas u operaciones bancarias ilegales en el Perú y se limitó a elaborar un documento con cientos de especulaciones carentes de sustento y que poco a poco se están desmoronando.
Ante éste fracaso, los perseguidores de Fujimori tenían que hacer algo… entonces vendría el Informe Kroll, pero ese es otro tema. W.J.
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2° PUBLICACION: EL INFORME KROLL
El 22 de Abril del 2001, el congresista David Waisman - entonces presidente de la comisión que investigaba el supuesto enriquecimiento ilegal de Alberto Fujimori - afirmaba ante los medios de comunicación que el ex mandatario se había llevado al Japón lingotes de oro, diamantes y dinero por un estimado de mil millones de dólares, sustraídos del BancoCentral de Reserva del Perú (BCR).
Esta calumnia - que hasta hoy repiten algunos despistados - fue desmentida pocos días después (el 30 de abril del 2001) por un comunicado a la Opinión Pública del Banco Central de Reserva en el que se rechazaba categóricamente dichas expresiones y señalaba que: “no se ha sustraído lingotes de oro, dinero en efectivo o cualquier otro valor o bien de la institución”.
Actualmente, no existe investigación o proceso judicial por la falta de lingotes, diamantes o mil millones de dólares sustraídos del Banco Central de Reserva del Perú (ni siquiera por un nuevo sol) contra Alberto Fujimori. La denuncia de Waissman fue sólo una más de muchas calumnias.
Poco después de éste incidente, en Junio del 2002, la llamada “Comisión Townsend” presentó al Congreso de la República los resultados de su investigación - que tomó 18 meses - pero que en concreto no logró encontrar pruebas de que “Fujimori nos había robado”.
Ante estos hechos, algo tenían que hacer: “Si los dineros de Fujimori no estaban en Perú, entonces debían estar en el extranjero”. Por ello, en Julio del 2002, el gobierno de Alejandro Toledo - a través de su Ministro de Justicia, Fernando Olivera - procedió a contratar a la empresa Kroll Associates INC, para proseguir con la búsqueda en los llamados "paraísos financieros internacionales". El contrato se firmó por un periodo de 6 meses a cambio de USD 350,000.00 y luego se prorrogó por otros USD 362,000.00 adicionales. El conocido Informe Kroll nos costó USD 712,000.00.
Los resultados de su trabajo fueron presentado en secreto al gobierno de Alejandro Toledo (posiblemente) en Abril del 2003 y permanecieron en secreto hasta setiembre del 2005 cuando una investigación periodística realizada por un diario local reveló su existencia y parte de su contenido.
Lo fundamental del referido documento es que contenía una sola y contunden afirmación: "NO SE HAN IDENTIFICADO CUENTAS BANCARIAS A SU NOMBRE NI EN JAPÓN NI EN OTROS PAÍSES COMPRENDIDOS POR LA INVESTIGACIÓN" (Diario La Primera, página 3, edición del 14 Setiembre 2,005). Todas las demás eran especulaciones que limitaban en algunos casos con la calumnia.
Ante ésta revelación, un grupo de ex ministros fujimoristas solicitaron al Poder Judicial se haga público el 100% del contenido - en aplicación de la “Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública” y el "Habeas Data" - sin embargo, la petición fue rechazada porque supuestamente en el contrato existía "una cláusula de confidencialidad" y revelarla "afectaría el proceso de investigaciones.
Entre Abril del 2003 y Setiembre del 2005, transcurrieron casi dos años y medio, en los cuales ni jueces, ni fiscales ni procuradores presentaron denuncias o solicitaron ampliación de investigaciones contra Fujimori. El propio Presidente de la Corte Suprema de Justicia (entonces, Walter Vasquez Vejarano) solicitó al gobierno “que entregue a las autoridades del Ministerio Público y del Poder Judicial las conclusiones preliminares del informe Kroll” afirmando además que “el Ejecutivo nunca remitió los pormenores de las investigaciones que realizó dicha empresa”. Es decir, durante todo ese tiempo, miembros del Poder Ejecutivo (el gobierno de Toledo) habrían ocultado a jueces y fiscales un documento que costó miles de dólares a los peruanos sobre el grado de responsabilidad de Fujimori. W.J.
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LECTURA N° 3: LOS CHEQUES DE FUJIMORI
El diario “La República” ha sido de manera permanente una plataforma desde la cual se han lanzado denuncias de todo calibre contra Alberto Fujimori. Una de ellas fue el informe elaborado por el periodista Angel Paez y publicado en Octubre del 2003, en el que se señalaba haber encontrado “la prueba” del desvío de dineros - donados en el Japón para obras sociales - en beneficio del ex presidente.
La denuncia “revelaba” la existencia de tres cheques a nombre de Alberto Fujimori por US $175,648.00. Dichos cheques (Uno de $150,00.00, otro de $11,300.00 y otro de $14,248.00) habían sido girados desde Japón a solicitud de Víctor Aritomi (entonces embajador de Perú en Japón) y de Rosa Fujimori (hermana del ex presidente y esposa de Aritomi) y por ello aseguraba que procedían de donaciones realizadas por ciudadanos japoneses.
Sin embargo, en realidad, la denuncia era sólo un refrito lanzado luego de más de un año que la llamada “Comisión Townsend” presentara su "Informe Final de la Comisión Investigadora sobre la situación el origen y destino del dinero de Vladimiro Montesinos Torres y su evidente relación con el ex Presidente Alberto Fujimori Fujimori" en Junio del 2002.
El informe de la “Comisión Townsend” decía que existieron tres cheques que sumaban la cantidad señalada, pero explica su origen senalando :
1. Que Víctor Aritomi y Rosa Fujimori giraron un cheque (el Nº 22090) del Banco del Norte - Norbank por US $150,000.00, a nombre del entonces presidente Fujimori, el 26 de setiembre de 1996.
2. Que el cheque procedía de la cancelación de un Depósito Bancario a Plazos (No 310-02-2015681) por US $216,806.07, que tenía el referido matrimonio.
3. Que los fondos de dicho Depósito Bancario a Plazos “tuvieron su origen en la venta del inmueble perteneciente a dicha sociedad conyugal que estaba ubicado en el jirón Cuzco Nº 435—443 – Lima y que fue realizada el 28 de setiembre de 1995.
4. Que con estos fondos, el referido matrimonio abrió dos depósitos bancarios a plazo: uno por 200 mil y otro por 75 mil dólares. (Al primero lo llamaremos “depósito A” y al segundo “depósito B”).
6. Que el 02 de junio de 1997, Víctor Aritomi y Rosa Fujimori giraron otros dos cheques a nombre de Alberto Fujimori, uno por US $11,300.00 (cheque Nº 00037611) y otro por US $14,348.00 (cheque Nº 00037612) , los que hacían un total de US $25,648.00.
La cancelación del “depósito A “ (más sus intereses) permitió girar el cheque por US $150,000.00.
La cancelación del “depósito B” permitió girar los cheques por US $25,648.00.
Podría caber señalar que los US $25,648.00 fueron empleados por los hermanos Fujimori para realizar obras en la casa de su señora madre Mutsue, sin embargo, parecería irrelevante si se considera que se trata de dineros particulares.
La operación de compra venta del inmueble del Jirón Cusco esta registrada en la Superintendencia Nacional de Registros Públicos (SUNARP) y es perfectamente válida.
EN CONCLUSION: LA DENUNCIA DEL PERIODISTA ANGEL PAEZ FUE UNICAMENTE UNA MAS DE MUCHAS CALUMNIAS. LOS DINEROS GIRADOS DESDE JAPON POR US$ 175,648.00 NO FUERON DINEROS PROCEDENTES DE DONACIONES JAPONESAS, SINO DINEROS PARTICULARES UTILIZADOS PARA FINES PARTICULARES Y LEGALES.
Demostrado que los dineros no tenían procedencia ilícita, esta historia debería terminar aquí, sin embargo, debo hacer énfasis que el “Informe Townsend” nos reveló otras cosas:
1. Que el ex presidente Fujimori depositó los US $150,000.00 del primer cheque en la cuenta bancaria del señor Antonio Paucar Carvajal (amigo personal de Fujimori y ex ministro de su gobierno).
2. Que cuando el referido ex ministro fue citado ante los miembros de la “Comisión Townsend” afirmó que: dichos dineros: “los recibió en calidad de devolución de los importes que prestó en diferentes oportunidades al ex presidente para sufragar la educación de sus hijos”.
3. Que esta operación bancaria “legal” (depósito de cheque de US $150,000.00 en la cuenta del Banco Continental del señor Antonio Paucar) esta confirmada y figura en los registros bancarios de la época.
La declaración del señor Antonio Paucar nos sirve para empezar a entender la forma como se financiaron los estudios de los hijos del ex presidente ...pero esa es otra historia. W.J.
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CUARTA LECTURA: LOS ESTUDIOS DE KEIKO (1° Parte)
El domingo 17 de mayo del 2009, el programa “Cuarto Poder” difundió un informe supuestamente elaborado por la Contraloría General de la República (de la época de Alejandro Toledo) que señalaba que el dinero invertido en la educación de los hermanos Fujimori Higuchi habría ascendido a la astronómica suma de USD 1 millón 225 mil dólares.
Como si hubiera sido una operación perfectamente coordinada, inmediatamente saltaron a los medios de prensa numerosos especialistas que exigieron investigaciones y aclaraciones de algo que ha sido investigado varias veces.
Lo cierto es que: “EN LA CONTRALORIA GENERAL NO EXISTE NINGUN INFORME”, según lo confirmó el propio Contralor General: Fuad Khoury. Lo que existe y forma parte de un expediente judicial, es solo un informe plagado de errores y medias verdades, que fue elaborado por 2 peritos contables, a pedido de un Vocal de la Corte Suprema (el doctor Luis Lecaros) y que hicieron su trabajo en las instalaciones del Poder Judicial sin la supervisión de la Contraloría General.
Pero, independiente a ello, es totalmente cierto que Keiko y sus tres hermanos estudiaron en los EEUU y que Alberto Fujimori no hubiera podido pagar estos estudios con el sueldo que ganaba como Presidente de la República más su pensión de docente (que en conjunto apenas superaba los S/.2,000.00).
No obstante, Alberto Fujimori contaba con mayores recursos que su sueldo y pensión para afrontar honestamente el proyecto de educar a sus hijos. Se pretende vender la imagen que Fujimori llegó al gobierno “con una mano atrás y otra adelante” cuando lo cierto es que, para Julio de 1990, él no sólo había logrado importantes éxitos profesionales (Rector de la UNA y Presidente de la ANR), sino que contaba con un patrimonio familiar importante. Por aquellos años, los Fujimori Higuchi eran propietarios de 10 inmuebles, tenían en funcionamiento una exitosa academia (Wisconsin) y una constructora inmobiliaria (Fuji) que llegó a construir más de 30 edificios, entre otras actividades económicas.
Y a cuanto ascendieron los ahorros que generaron los esposos Fujimori Higuchi con éstas actividades?
Según afirmó la propia señora Susana Higuchi (ex esposa de Alberto Fujimori), en los documentos de divorcio, el ex presidente contaba en el año de 1994 con USD 306,000.00 en efectivo, entre los cuales se incluían USD 100,000.00 que el abuelo materno - empresario de éxito - dejó para la educación de sus nietos. (Fondo “A”).
Esta cifra fue suficiente para financiar los estudios de 4 hijos en EEUU?
No. Por ello, entre 1995 y 1996, el ex presidente solicitó al señor Antonio Paucar - ex Ministro de Transportes y su amigo personal - tres préstamos de USD 50,000.00 cada uno, para poder cancelar las obligaciones que tenía con la educación de sus hijos.
El 26 de setiembre de 1,996, Alberto Fujimori devolvió los USD 150,000.00 prestados mediante depósito del cheque Nº 22090, en el Banco Continental del Perú (Fondo “B”).
¿Y de donde sacó estos USD 150,000.00 para cancelar su deuda?
Este dinero fue prestado al ex presidente por su hermana Rosa Fujimori y su esposo: Víctor Aritomi. Dicho matrimonio había vendido el 28 de setiembre de 1995, una propiedad en el Cercado de Lima (Jr. Cusco Nº 435 y 443) por la suma de USD 275,000.00.
Este dinero estuvo depositado a plazo fijo en el Banco del Brasil (Filial Japón) y fue retirado por los esposos Aritomi Fujimori cuando se les solicitó el préstamo.
Pregunta: ¿Y cómo pago Alberto Fujimori esta deuda a su hermana Rosa y a su cuñado Aritomi?
En diciembre de 1,998, Alberto Fujimori vendió un inmueble de 2,575 m2 que tenía en Monterrico (Distrito de Surco - Urb. Pinerollo). Esta venta le reportó un ingreso de USD 669,500.00 que le fue pagado el 22 de diciembre de 1998 (50%) y el 19 de febrero de 1999 (50% restante). Cuando recibió el primer 50% (USD 334,750.00) ordenó que el Citibank girara el cheque No 000342 por USD 120,000.00 a nombre de su hermana Rosa. La diferencia (USD 214,750.00) la conservó consigo (Fondo “C”). Cuando le fue cancelado el segundo 50%, Fujimori pagó el saldo (USD 30,000.00) quedando aún una diferencia de USD 304,750.00 a su favor (Fondo “D”).
Es bueno recordar que, luego de varios años de investigación, la Corte Suprema de Justicia resolvió en Junio del 2008, que la operación de compra venta de la casa de Pinerollo fue absolutamente válida.
En conclusión:
Hasta este punto de nuestra historia, tenemos los USD 306,000.00 que ahorro el matrimonio Fujimori Higuchi (Fondo “A”); otros USD 150,000.00 prestados por Antonio Paucar (Fondo “B”); otros USD 214,750.00 correspondiente al saldo del primer 50% por Pinerollo (Fondo “C”) y finalmente USD 304,750.00 correspondiente al saldo del segundo 50% (Fondo “D”). Lo que hace un total de más de USD 975,500.00… (Continuará). W.J.
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QUINTA LECTURA: LOS ESTUDIOS....(2° Parte)
En enero de 1993, Keiko Fujimori inició sus estudios en la “Universidad Estatal de Stony Brook en New York” y los concluyó en mayo de 1997, en la “Universidad de Boston”. Al igual que ella, sus hermanos: Hiro (1994-1998); Sachie (1997-2002) y Kenji (1999-2003) realizaron sus estudios en diversas universidades de EE.UU.
En Mayo del 2009, un informe periodístico muy poco serio, denunciaba que la estadía de los hermanos Fujimori Higuchi en los EE.UU. habría costado 1 millón 225 mil dólares americanos. Pero, al margen de la procedencia de la información o de sus intenciones, es conveniente aclarar perfectamente el tema y eso trataremos de hacer:
En lo referente al pago de pensiones, según testimonio documentado (que incluyó las boletas de pago) presentado por Keiko Fujimori el ano 2001 ante una Comisión Investigadora del Congreso de la República y posteriormente ante fiscales y jueces, el costo de sus estudios ascendió a USD 93,092.00. Cifras similares fueron invertidas por su padre, en los otros tres hermanos, lo que hizo un total de USD 355,000.00.
En lo referente al pago de vivienda y alimentación, Keiko vivió en los dormitorios universitarios los dos primeros años de sus estudios (1993-1994). De manera similar, su hermano Hiro, utilizó el mismo sistema, durante el primer año de estudios (1994). En ésta etapa, la pensión universitaria incluía la alimentación. Luego, a partir de 1995, ambos hermanos alquilaron un departamento por 3 años completos por USD 1,300.00 mensuales lo que hizo un total de USD 46,800.00.
En su alimentación gastaron un promedio de USD 1,000.00 mensuales cada uno por los 9 meses que tiene el año académico (descontar 3 meses de vacaciones). Para el caso de Keiko serían 18 meses (x 2 años) y en Hiro serían 27 meses (x 3 años), lo que hizo un total de USD 45,000.00.
En vivienda y alimentación de Keiko y Hiro se gastó en total USD 91,800.00.
Con relación a los gastos de Sachie, estos ascendieron a USD 300.00 por vivienda (compartía la habitación de la universidad con una compañera) y adicionales USD 700.00 por alimentación durante los 3 años (27 meses) que estudió en California (Total: USD 27,000.00). Luego, durante sus 2 últimos años (18 meses) se trasladó a la Universidad de Columbia en Nueva York y alojó en un departamento que costaba USD 600.00 dólares mensuales a lo que se sumarían sus gastos por alimentos que llegaron a USD 900.00. Lo que hace un total de USD 54,000.00.
Con relación a los gastos de Kenji, durante toda su permanencia en EE.UU., - que mayormente transcurrió cuando su padre ya no era presidente - vivió y se alimentó dentro del campus universitario, que incluía dentro de la pensión, el alojamiento y alimentación.
Con referencia a los pasajes aéreos, los peritos incluyeron como gastos personales de Keiko, los 45 viajes que ella realizó en visita oficial desempeñando la función de Primera Dama o presidenta de la Fundación Cardio infantil o de la Fundación por los Niños del Perú. Asimismo, han incluido todos los viajes que realizaron sus hermanos acompañando a su padre - el Presidente de la República - en el avión presidencial en algunas de las visitas oficiales que éste realizó. De ésta manera, convirtieron USD 55,100.00 en USD 452,000.00.
Si hacemos un balance entre el patrimonio que tenía Alberto Fujimori en la década de los 90’ (USD 975,500.00) y los gastos que tuvo que afrontar por la educación de sus hijos (USD 555,900.00) se puede concluir que éstos estuvieron perfectamente justificados. W.J.
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SEXTA LECTURA: EL DESASTRE HEREDADO:
A mitad de 1990, el Perú era una suerte de cuerpo agónico consumido no solo por el terrorismo sino por la hiperinflación que ese año alcanzó el 7,649.6% y en todo el quinquenio de primer gobierno aprista llegó a la espantosa suma de 2’200,000%. Esta hiperinflación se ubicó entre las ocho mayores en el mundo y ni la Guerra del Pacífico (1,200%) resultó tan dura como la que desató el modelo que aplicó Alan García entre 1985-90.
Una de las características de la política económica del primer gobierno de Alan García fue su fuerte hostilidad hacia el capital extranjero. En su discurso del 28 de Julio de 1985, el joven mandatario anunció que su gobierno solo pagaría por concepto de deuda externa el 10% de sus ingresos, sorprendiendo a la comunidad financiera internacional. Lo cierto es que desde 1984 (Belaunde) el Perú había dejado de pagar sus compromisos, sin embargo, García lo convirtió en una de sus banderas contra el “imperialismo”.
Luego, en diciembre de 1985, expropió y nacionalizó la empresa petrolera A.I.G. Bellco, generando la huída de los capitales extranjeros que aún permanecían en nuestro país. Cuando finalmente, García decidió declarar la “moratoria indefinida” el destino de la economía de todos los peruanos ingresó en su noche más oscura y vergonzosa: fuimos declarados “País Inelegible” (15 Agosto 1986) y con ello se cortaron todos los caminos hacia préstamos y donaciones extranjeras.
Pero eso no fue todo, también la emprendió contra los empresarios nacionales: en Julio de 1987, intentó estatizar la banca (proyecto que fracasó). Creó el dólar del “Mercado Unico de Cambio” más conocido como “Dólar MUC” que generó altísimo grado de corrupción y grandes fortunas; Cocalizó nuestra economía con dólares procedentes de la zonas de narcotráfico (el 70% de las divisas en moneda extranjera procedían del Alto Huallaga); cambió el signo monetario del “SOL DE ORO” al “INTI”, moneda que apenas sobrevivió al gobierno aprista.
Cuando el “Futuro Diferente” fracasó, llegaron los “paquetazos” con alzas de hasta 300% que tampoco fueron solución. Luego, llegaría la carestía de todo: no había combustible, ni alimentos, ni medicinas; largas colas con la esperanza de alcanzar un poco de leche en polvo o aceite, caracterizaban el paisaje peruano de la década pérdida. La producción se paralizó: el Producto Bruto Interno (PBI) de 1988 al 1990 fue negativo en 8 puntos; las Reservas Internacionales Brutas (RIN) presentaban cifras en rojo (-100 millones de dólares); a pesar de no pagarla, la Deuda Externa había subido de 13 mil a 23 mil millones de dólares (se incrementó 10 mil millones a cambio de nada, solo por intereses y moras). La llamada “maquinita” producía millones de billetes que inundaban el país pero no compraban nada. Las obras se paralizaron y la infraestructura existente empezó a colapsar irremediablemente. El gobierno no tenía dinero ni para pagar sueldos al voluminoso sector estatal.... habíamos tocado fondo.
Muchos países vecinos empezaron a trabajar hipótesis drásticas ante un Perú yaciente, con gravísimos problemas en todos los campos y cercado por un grupo de genocidas - que la Comisión de la Verdad (CVR) llamó “Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso” - que disfrutaban de la complicidad (producto de su incapacidad) de los gobernantes de turno.
En su discurso inaugural, el 28 de julio de 1990, el presidente Fujimori resumió la situación encontrada con la expresión: “HEMOS HEREDADO UN DESASTRE”.
Algunos de los pasos inmediatos que tuvo que dar para estabilizar la economía interna y salir del oscuro hoyo donde nos arrojaron los gobernantes de siempre fueron:
1. Desembalse de los precios.
La noche del 08 de Agosto, los hogares peruanos fuimos sacudidos por el anuncio de durísimas medidas económicas. Una lata de leche que costaba 120,000 intis paso a costar 300,000 intis, el galón de gasolina paso de 21,000 intis a 675,000 intis, etc., las alzas llegaron hasta el 5,000% (Electricidad)... a pesar de ello, el 50% de la población comprendió que no existía otro camino.
2. Reducción del aparato estatal.
Se inició la aplicación de un “Programa de Incentivos” que permitió reducir en aproximadamente 100 mil trabajadores la sobredimensionada planilla del Estado. Este programa contemplaba pagos de hasta 24 sueldos a los trabajadores que se acogieran a él (en función de su antigüedad).
3. Liquidación y privatización de empresas estatales.
Se evitó continuar perdiendo 2,000 millones de dólares anuales por causa de las empresas estatales y se logró el ingreso a las arcas de Estado de casi 7,000 millones de dólares procedentes de su venta.
4. Aplicación de severa política de austeridad.
El Estado se “ajustó el cinturón” para reducir el déficit fiscal. La política de gasto se definió en función de los ingresos obtenidos, eliminándose los créditos para el gasto corriente y la emisión inorgánica de billetes (“la maquinita”).
5. Establecimiento de un nuevo signo monetario.
Desde el 1o de Julio de 1991, entró en vigencia el “NUEVO SOL”, en reemplazo del “INTI” que nació, padeció y murió, por responsabilidad de Alan García. Cada nuevo sol (S/.1.00) reemplazó a su equivalente: Un millón de Intis (I/.1,000,000.00). W.J.
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SETIMA LECTURA: HACIA UNA ECONOMIA EMERGENTE
Adoptadas las medidas económicas internas, la siguiente meta de Fujimori fue “reinsertarnos en la Comunidad Financiera Internacional”. Para lograrlo, realizó una serie de negociaciones con los organismos internacionales multilaterales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo) con quienes teníamos una deuda vencida de 2,150 millones de dólares: por incumplimientos. Recordemos que el gobierno peruano había dejado de pagar su deuda desde 1984 (Belaunde) y luego se declaró en moratoria indefinida (García). Las negociaciones consiguieron una reducción del 40% dejando un saldo 1,300 millones de dólares… que aún eran inaccesibles para el Perú de la era post-García I.
Para cumplir este compromiso, se conversó con diferentes naciones para solicitarles que confiaran en el Perú y nos faciliten el dinero necesario para cancelar la deuda vencida. A este pedido respondieron Japón, EE.UU., México, España, Francia, Colombia, Venezuela, Ecuador y Bolivia, que se denominaron: “Grupo de Apoyo” y pagaron los atrasos a través de préstamos favorables y donaciones.
Normalizadas nuestras relaciones con el FMI, se pudo continuar con el proceso de reinserción, obteniéndose la reprogramación de la deuda con los países del “Club de París” que superaba los 6,600 millones de dólares. La negociación realizada (1991 - 92) permitió la primera reestructuración de la deuda y la “reinserción en la Comunidad Financiera Internacional” retirándosenos el calificativo de “País Inelegible”.
Como consecuencia de las medidas adoptadas por el gobierno de Alberto Fujimori, las cifras económicas variaron en el siguiente sentido:
RESERVAS INTERNACIONALES NETAS (RIN)
El fortalecimiento de nuestra economía se refleja en el importante incremento de nuestras reservas, las cuales aumentaron desde –100 millones de dólares (1990) hasta los 8,180 millones de dólares (1999) lo que nos convirtió en una de las economías más sólidas de Latinoamérica.
DEUDA EXTERNA
En 1996, liquidó gran parte de la “deuda antigua” (Velasco, Morales Bermúdez, Belaúnde y García). Para entonces, la deuda alcanzaba 26,667 millones de dólares. El incremento se debió a la acumulación de adeudos y nuevos préstamos necesarios para aplicar los programas de ajuste exigidos por los acreedores). Los resultados fueron: La recompra parte de la deuda, la condonación de otra parte y el canje de una tercera parte por inversión social y ecológica. Lo adeudado se redujo en aproximadamente 30%, es decir, a 18,774 millones de dólares, cuya cancelación se reestructuró íntegramente para ser cancelada en 15 años.
PRODUCCION
Entre los indicadores más destacados figuró el crecimiento de nuestra producción (PBI) que alcanzó un promedio anual - entre 1993 y 1999 - de 5.9% y que nos colocó, según datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), en el primer lugar de crecimiento promedio en América Latina, por encima de importantes economías regionales como la chilena, brasilera, ecuatoriana y otras.
INVERSION EXTRANJERA
En 1988, los niveles de inversión extranjera alcanzaron la ridícula cifra de 13 millones de dólares. Para 1997 ya teníamos 1,039 millones de dólares y para 1999, la CEPAL ya nos ubicaba como el 5to país con mayor afluencia de inversiones extranjeras directas netas en América Latina después de Brasil, Argentina, México y Chile.
EXPORTACIONES
El volumen de exportaciones en 1990 alcanzaba los 3,321 millones de dólares. Para 1999, se había duplicado: 6,117 millones de dólares. No obstante, el hecho más destacado fue la incorporación del Perú al FORO DE COOPERACION ECONOMICA ASIA - PACIFICO (APEC) producida a fines de 1997, tras muchas negociaciones para lograr superar la moratoria acordada por sus integrantes. La APEC que representa casi el 50% del comercio mundial cuenta con solo un país miembro procedente de la Comunidad Andina de Naciones: el Perú y en la región es acompañado por México y Chile.
TURISMO
Pero el atractivo de nuestro país también se reflejó sustancialmente en el turismo y dio lugar a significativas inversiones y miles de puestos de trabajo directos e indirectos. Los escasos 300 mil valientes turistas que llegaron al Perú en la era de García y Abimael, se convirtieron en 1 millón de turistas (1999) que dejaron divisas por 1,000 millones de dólares.
CRISIS ECONOMICA 1998
Lamentablemente, para los países latinoamericanos exportadores de materias primas, en 1998 se sintieron los efectos de la recesión originada por la “crisis asiática” que se hicieron más graves por la moratoria declarada en Rusia y la crisis en la región generada por los problemas en Brasil. En el caso de Perú, el fenómeno de El Niño, complicó más nuestra situación por los graves daños que causo. Estas circunstancias generaron una fuerte recesión y desempleo. Para el año 2,000 la situación empezó a mejorar (logramos crecer 3.1%) y los precios de los minerales iniciaron una vertiginosa alza que benefició las arcas fiscales.
W.J.
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Tema 2
UCHURACCAY
Uchuraccay, antes y después de la muerte de los periodistas, fue objeto de acoso de Sendero Luminoso (SL) y luego del asesinato de los hombres de prensa escenario de muerte por obra de terroristas, militares y rondas campesinas. En pocos meses fueron asesinados 135 miembros de una comunidad de 470 habitantes. El ensañamiento contra ellos fue espantoso; según la CVR, fueron asesinados con hachazos, apedreados, acuchillados o ahorcados, y en varios casos los cuerpos arrojados en los cerros y comidos por los perros. Muchos ni siquiera fueron denunciados como desaparecidos.
Después del asesinato de los periodistas, el Estado abandonó a Uchuraccay y en los meses siguientes SL incursionó varias veces en el pueblo. Los comuneros recuerdan sobre todo tres ataques perpetrados en 1983, el 20 de mayo, el 16 de julio y el 24 de diciembre. Luego vinieron a saquear el pueblo los Comités de Autodefensa Civil, formados por las comunidades de las zonas altas de la provincia de Tambo y los militares. Los nuevos agresores quemaban las casas, robaban los enseres y ganado, violaban a las mujeres y mataban a los niños. Estos episodios no son imaginarios, forman parte de decenas de testimonios recogidos por la CVR entre las páginas 142 y 147 del Tomo V, “Historias representativas de la violencia” del Informe Final.
El estigma y la persecución obligaron a los campesinos de Uchuraccay a desplazarse y negar su identidad personal y comunal. Donde se refugiaban mentían sobre su origen, porque eran considerados una comunidad asesina. El pueblo fue destruido y a mediados de 1984 dejó de existir y solo en octubre de 1993 algunas familias se atrevieron a retornar; ese mes, 24 familias retornaron luego de 10 años, desde el Valle del río Apurímac, Ica, Huanta, Ayacucho y Lima. Un nuevo pueblo se construyó cerca del anterior y según la CVR, desde el nuevo pueblo todavía puede observarse el antiguo centro de Uchuraccay, la antigua plaza, la iglesia de piedra, el local comunal y el cementerio.
Las fotografías tomadas por Willy Retto en Uchuraccay poco antes de ser asesinado el 26 de enero de 1983 son la prueba de que el crimen de los ocho periodistas es un caso abierto. Las imágenes respecto a que una persona con pantalón de material diferente al usado en el atuendo de los comuneros, con zapatos y un porte distinto estuvo durante la matanza, echan por tierra las conclusiones de la comisión Vargas Llosa que aceptó la versión del mando militar de la zona que aseguraba que los periodistas fueron ejecutados por los propios comuneros de Uchuraccay.
Mario Vargas Llosa: el encubridor de la masacre de Ucuraccay
Las “Fuerzas Armadas no habían tenido ninguna responsabilidad en el hecho”. “Todos somos culpables”, dijo Vargas Llosa en su conclusión final
El 26 de enero de 1983 ocho periodistas y un guía andino fueron brutalmente masacrados por campesinos al servicio de las fuerzas armadas. Este brutal crimen fue perpetrado en la comunidad de Uchuraccay (Ayacucho) por campesinos adiestrados y dirigidos por la Marina de guerra del Perú. Con este crimen, el gobierno y las fuerzas armadas ponen en evidencia la utilización de rondas campesinas en la lucha contrainsurgente contra la guerrilla maoísta de Sendero Luminoso. Con este crimen el gobierno inaugura “las aldeas estratégicas” (rondas) contra la subversión. Ello ocurrió durante el gobierno de Fernando Belaúnde Terry (1980-1985) un personaje del derechista partido Acción Popular (AP).
Los periodistas habían llegado hasta esa localidad para investigar la muerte de presuntos miembros del Partido Comunista del Perú, entre ellos algunos menores de edad, por pobladores de la vecina comunidad de Huaychao. Las Fuerzas Armadas habían empezado con su táctica de organizar comunidades campesinas contra las guerrillas como lo hicieron norteamericanos en Vietnam y que después se haría de uso corriente en Guatemala, El Salvador y Colombia.
Los periodistas fueron asesinados a golpes con palos, piedras y hachas. Tras la masacre se creó una comisión investigadora presidida por el escritor Mario Vargas Llosa, hoy premio Nóbel de Literatura. La comisión investigadora determinó que los comuneros de Uchuraccay habían creído que los periodistas eran miembros de Sendero Luminoso confundiendo sus cámaras fotográficas con fusiles. Esta comisión investigadora presidida por Vargas Llosa concluyó que la masacre era producto de la existencia de “diferencias culturales entre los campesinos quechuahablantes y los periodistas provenientes de un mundo urbano” y que las “Fuerzas Armadas no habían tenido ninguna responsabilidad en el hecho”. “Todos somos culpables”, dijo Vargas Llosa en su conclusión final.
Estas conclusiones contradecían todas las evidencias. En esta época las Fuerzas Armadas ejercían el control militar del campo. Uchuraccay estaba controlada por la Marina. Los militares intentaban organizar comunidades campesinas contra Sendero Luminoso y estaban en contacto directo con los campesinos, controlándolos y organizándolos para lucha antiguerrillera. La versión oficial decía que los campesinos de Uchuraccay habían confundido las cámaras fotográficas de los periodistas con armas. Pero se sabía que muchos campesinos de la zona habían hecho el servicio militar obligatorio y no podian confundir un fúsil con un aparato de fotografia.
De esta manera, la comisión Vargas Llosa exculpó la política de violación sistemática de derechos humanos como pilar de la estrategia contrainsurgente del Estado peruano y eximió a militares asesinos, encubrió una masacre y, de esta manera, muchas otras y legitimó la militarización del campo peruano.
Al exculpar a los militares, Vargas Llosa se convirtió en cómplice de la matanza de Uchuraccay.
El escritor peruano, para encubrir este crimen, pretendió dar un tono literario a la masacre. En una entrevista concedida posteriormente Vargas Llosa afirmó que la masacre había sido producto de la existencia de “dos Perús”, uno compuesto por hombres que viven en el siglo veinte y otros, como los pobladores de Uchuraccay, que vivían en el siglo XIX o incluso en el siglo XVIII.
Los hechos posteriores fueron confirmando las sospechas en torno a la responsabilidad de las Fuerzas Armadas. 135 de los comuneros de Uchuraccay fueron muertos en los años posteriores, la mayoría de ellos desaparecidos por militares quienes pretendían de tal manera desaparecer cualquier vestigio de responsabilidad en la masacre de los periodistas. Los familiares de las víctimas han denunciado en repetidas oportunidades que han sido amenazados y presionados para que no hagan denuncias para el esclarecimiento de la masacre.
A pesar de esto, la Comisión de la Verdad y Reconciliación, creada para investigar los crímenes cometidos en el marco de la guerra interna entre 1980 y 2000, avaló la tesis de la comisión Vargas Llosa y exculpó a las Fuerzas Armadas. Es este uno de los casos más claros en los cuales se evidencia que esta Comisión de la Verdad ha servido a escribir una Historia Oficial de la guerra interna exculpando a militares, policías o paramilitares o para minimizar su responsabilidad en los asesinatos, masacres, desapariciones y torturas cometidas contra ciudadanos y ciudadanas peruanos.
Posteriores investigaciones no sólo han traído más luces y demuestran la coautoría de las Fuerzas Armadas en la masacre. Fernando Fuchs Valdez ha investigado el caso y ha revelado detalles de la coautoría de los militares. Según las investigaciones Fuchs Valdez, los militares no sólo alentaron la masacre sino que tendieron la celada a los periodistas y su guía. La región estaba llena de agentes de inteligencia que avisaron a los comuneros de Uchuraccay de la llegada de los periodistas y les dieron las órdenes de asesinarlos. Los responsables de la masacre fueron el Presidente Fernando Belaúnde en tanto Jefe de las Fuerzas Armadas, el General Clemente Noel como Jefe del Comando Militar de Huamanga, capital de Ayacucho, el oficial de la Marina Duffo, mando militar de la provincia de Huanta y su lugarteniente el marino Artaza Adrianzén. (Ver entrevista a Fuchs Valdez en:http://www.puntodevistaypropuesta.com/2013/01/por-fin-la-verdad-estos-son-los-que.html). La comisión Vargas Llosa y la Comisión de la Verdad y Reconciliación son responsables de encubrir la masacre.
Comision Vargas Llosa...
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos con sede en San José de Costa Rica ha declarado en el 2010 admisible la demanda interpuesta por los familiares de la masacre para que lleve acciones para que el Estado peruano corrija las irregularidades en las investigaciones de la masacre de Uchuraccay por parte del Poder Judicial peruano. Esta demanda fue interpuesta por los familiares de las víctimas.
Se han cumplido 30 años de mentiras, amedrentamiento sistemático a los familiares de las víctimas para intentar ocultar a los verdaderos responsables y asesinato selectivo de los testigos. Esta historia de infamia empezó con el informe de la Comisión Vargas Llosa que se esmero en tergiversar y ocultar informaciones, acallar a los familiares, exculpar a los militares y al gobierno de Belaúnde de toda culpa. El 26 de enero, aniversario de la masacre de Uchuraccay, quedara marcada con sangre en la copiosa biografía de Mario Vargas Llosa cuya pluma sivió y renombre ha servido para encubrir a militares asesinos.
Gabriel Adan.
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DOMINGO, 27 DE ENERO DE 2013 08:35
El 26 de enero de 1983, hace exactamente 30 años fueron asesinados, en circunstancias aún insuficientemente esclarecidas ocho periodistas y el guía que los conducía. El horrendo hecho ocurrió en la Comunidad Andina de Uchuraccay, en la zona más agreste del departamento de Ayacucho, y guarda en sus entrañas misterios que seguramente alguna vez habrán de develarse.
El aciago acontecimiento remeció, en ese entonces, a la sociedad peruana. Pero aún mantiene vigencia no solamente porque es dolorosamente evocado por familiares, amigos y periodistas; sino también porque constituye el símbolo de una realidad en la que se entrecruzan dos caminos: el accionar terrorista y la estrategia de pacificación impuesta desde entonces por la Clase Dominante, y que fuera aplicada en el Perú por sucesivos gobiernos a través de la Fuerza Armada y las estructuras especiales de la Policía Nacional.
Además, porque desde la perspectiva de hoy, se puede considerar el hito de Uchuraccay como el inicio de la “guerra sucia” que dejara en el país una trágica estela de muerte y destrucción. Esto, que lo anotara recientemente Alfredo Pita, tiene importancia dado que, en efecto, fue ésa una de las primeras de una seria sucesiva de masacres perfiladas a partir de un mismo esquema: atribuir los hechos al accionar de Sendero, y aniquilar a las poblaciones originarias en una matanza sin límite.
Como se recuerda, Uchuraccay tuvo un antecedente muy concreto: los sucesos de Huaychao, ocurridos pocos días antes. En ese poblado, tan oscuro y tan perdido como el otro, se produjo un hecho de violencia que dejó un trágico saldo. La versión oficial aseguró que los comuneros de esa localidad habían dado muerte a siete senderistas luego de un enfrentamiento. La verdad monda y lironda, era otra: los asesinos no eran comuneros sino uniformados; y los muertos no eran senderistas, sino campesinos.
A Huamanga, capital del departamento de Ayacucho, llegó una versión de lo ocurrido en Huaychao. El hecho, no era producto de ningún “choque armado”, ni resultado de una “acción senderista”. Los muertos fueron abatidos cuando -inermes- cultivaban la tierra. Las muertes eran la secuela de una incursión armada en la zona perpetrada por las unidades especiales de la policía -“los Sinchis”- movilizados especialmente desde la capital ayacuchana para “vigilar” la zona. Las víctimas, inermes, habían caído sin ofrecer resistencia.
Para investigar lo ocurrido y confirmar la versión recibida, los periodistas que se hallaban en Huamanga resolvieron viajar hacia Huaychao. Alquilaron un viejo vehículo, contrataron los servicios de un guía local y emprendieron la ruta. Por lo agreste del terreno, se vieron forzados a abandonar, en un momento, el motorizado; y se desplazaron a pie por la más alta cordillera del lugar. Cuando pasaban por las cercanías de la Comunidad Iquichana de Uchuraccay, fueron interceptados y posteriormente asesinados.
Innumerables esfuerzos permitieron reconstruir algunos episodios de lo acontecido en ese paraje desolado. Los periodistas fueron cercados y retenidos por personas que actuaron en calidad de comuneros del lugar quienes los conminaron a no avanzar hacia lo que debía ser el fin de su viaje. Ellos rechazaron las presiones e insistieron en su propósito. Querían llegar a Huaychao de todos modos. Luego de un acalorado intercambio de palabras en idiomas distintos -no todos los periodistas hablaban ni entendían quechua y los agresores, no todos, el castellano- se agravaron las cosas. Los atacantes en el afán de intimidarlos, procedieron a agredirlos físicamente. Los atacados se defendieron y algunos lograron, incluso, tomar fotos aisladas de los hechos, que quedaron como mudo testimonio de un drama lacerante. Finalmente los periodistas fueron reducidos y maniatados. Después, fríamente asesinados.
Culpables?...
La primera versión proporcionada en Huamanga por el Comando Político Militar de entonces a cargo del general Clemente Noel y Moral fue que los muertos eran senderistas. Inmediatamente después, se corrigió la versión asegurando que más bien habían sido muertos por senderistas. Finalmente se dio una versión más híbrida: habían sido confundidos con Senderistas por error, y muertos por comuneros ignorantes y asustados.
Posteriormente se dispuso la captura de todos los comuneros sindicados como presuntos participantes del hecho, y se hizo para ellos una parodia de juicio que nunca pudo desentrañar ningún misterio, y ni siquiera concluir. En ese lapso, el gobierno de entonces -Fernando Belaúnde Terry- integró una “Comisión de Alto Nivel” -la Comisión Vargas Llosa- que pretendió reconstruir los hechos. Nunca se sabrá si por cubrirlos púdicamente, o por simple diletantismo, la Comisión de entonces se perdió en interpretaciones sociológicas y antropológicas buscando encontrar explicaciones profundas a lo que era simplemente un crimen múltiple. Su dictamen final no aportó nada para la reconstrucción de los hechos, salvo en hacer hincapié en las diferencia de estadios civilizatorios entre las poblaciones de la región y las zonas urbanas y la dificultad de comunicación habida cuenta del uso de lenguas distintas entre atacados y atacantes.
Antes y durante el proceso judicial que se celebrara después, los mandos castrenses de la zona se empeñaron en aseverar que los periodistas fueron “confundidos” con terroristas porque llevaban una supuesta bandera roja y usaban fierros largos —los trípodes sus cámaras— que los nativos de la región creyeron, eran armas de fuego.
Diario de extrema izquierda...
Esta inconsistente versión no resistió ningún análisis. Los periodistas no fueron muertos apenas interceptados en su ruta. Hubo tenso diálogo y explicaciones entre agresores y agredidos. Y los primeros, pudieron haberse dado cuenta muy fácilmente que los fierros no eran fusiles; y que las telas rojas, no eran banderas. No hubo, ni existió base alguna para suponer confusiones. Lo que sí quedó claro —y lo admitió incluso el comisionado Varga Llosa— es que los Comuneros actuaron incentivados por las autoridades de la región, de cuyo respaldo estaban persuadidos. Ellos los habían adiestrado para que sólo recibieran a quienes venían por aire. “si vienen por tierra, son terrucos”, les habían dicho induciéndolos de hecho a matarlos.
Y es que así funcionaba la “estrategia antisubversiva” puesta en marcha por el gobierno de entonces, que no solamente había declarado el “Estado de Emergencia” en la región sino que, a partir del 1 de enero de ese año, había movilizado a la Fuerza Armada, seguro —como estaba— que la guerra había comenzado. La consigna de entonces —que se atribuyó a un prominente jefe militar de entonces “el gaucho” Cisneros Vizquerra—, era muy simple: hay que matar 60 campesinos porque dentro de ellos tendremos, con seguridad, por lo menos, 3 terroristas muertos.
Existía entre los militares de entonces —y lamentablemente existe aún— la idea de que eran ellos, los que tenían la última palabra y la decisión en las manos. Estaban convencidos —como Oswald Spengler— que efectivamente “siempre ha sido un pelotón de soldados, el que ha salvado la civilización”.
Era la lógica entonces vigente en la región. Había sido diseñada en la Escuela de las Américas que Estados Unidos mantenía en Panamá, pero también cuajaba en la forma de acción de las dictaduras vigentes en aquellos años en nuestro hemisferio: la dictadura Brasileña de 1964, el Golpe de Pinochet, en 1973; el régimen de Videla, en la Argentina de los 70 y las administraciones genocidas que imperaban en Bolivia, Paraguay y otros países. Era, en otras palabras, la estrategia genocida de la Operación Cóndor en todo su esplendor. El pretexto era “salvar a la patria”, aunque —como bien lo anota Javier Cercas— “la patria no se sabe lo que es, o es simplemente una excusa de la pillería y la pereza.
Hoy, después de 30 años, la herida sigue abierta. No se sabe a ciencia cierta quiénes fueron los que asesinaron a los periodistas. Ni tampoco se conoce la identidad de quienes dictaron la orden para que se actuara así. Autores materiales e intelectuales, confiaron siempre en la impunidad, y en la frágil memoria del pueblo.
No obstante, los periodistas caídos en Uchuraccay, no han muerto. Willy Retto, Jorge Luís Mendívil, Pedro Sánchez, Eduardo de la Piniella, Jorge Sedano, Octavio Infante, Amador García y Félix Gavilán, unidos al guía Juan Argumedo y el Comunero Severino Huáscar, viven en la memoria de los peruanos, y constituyen también un ejemplo imborrable de dignidad, y de compromiso con la vida. (fin)
Gustavo Espinoza.
(Por Ernesto Chávez) Hoy se cumplen 27 años de la masacre perpetrada contra 8 periodistas y un guía, en
la puna de Ayacucho, sin que se esclarezca a plenitud esta matanza, atribuida únicamente a los
comuneros de Uchuraccay.
El 9 de marzo de 1987, el Tribunal Especial, presidido por Luis Serpa Segura, e integrado por César Tineo
Cabrera y Arsenio Oré Guardia, condenó a las penas de 10,8 y 6 años de reclusión a Dionisio Morales Pérez,
Mariano Ccasani Gonzáles y Simeón Auccatoma Quispe, pese a que el fiscal había solicitado 25 años por
homicidio calificado.
El tribunal consideró que los acusados no actuaron deliberadamente y eran campesinos
semianalfabetos sin antecedentes judiciales ni penales, sometidos a un estado genérico de violencia, es
decir entre dos fuegos. No obstante, la publicitada comisión encabezada por el escritor, Mario Vargas Llosa,
exculpó a los efectivos policiales, conocidos como Sinchis, y a los militares involucrados en la
matanza que conmocionó al mundo y que, después de 28 años, sigue como una heria abierta. Esta masacre no es olvidada por los gremios de la prensa que, encabezados por la Asociación Nacional de Periodistas, ANP,
les rinden homenaje y reiteran su compromiso de buscar la verdad y sancionar a los autores
manuales e intelectuales que siguen en la sombra de la impunidad.
Sentencia olvidada
El 9 de marzo de 1987, el Tribunal Especial, presidido por Luis Serpa Segura, e integrado por César Tineo
Cabrera y Arsenio Oré Guardia, condenó a las penas de 10, 8 y 6 años de reclusión a Dionisio Morales Pérez,
Mariano Ccasani Gonzáles y Simeón Auccatoma Quispe, pese a que el fiscal había solicitado 25 años por
homicidio calificado.
El tribunal consideró que los acusados no actuaron deliberadamente y eran campesinos
semianalfabetos sin antecedentes judiciales ni penales, sometidos a un estado genérico de violencia,
es decir entre dos fuegos.
Presencia policial
La sentencia del tribunal declaró comprobada la presencia militar y policial en Uchuraccay en el día de la
masacre, basándose en las siguientes evidencias irrefutables:
a)Visita regular de patrullas a las comunidades.
b)Las fotografías de Willy Retto que mostrarían a una persona con pantalón de material diferente al usado en el atuendo tradicional, con zapatos y un porte distinto.
c)La presencia de personal encubierto reconocido por el uso de relojes y sortijas.
d)Las declaraciones de Juana Lidia Argumedo quien hablaba sobre la presencia de un joven extraño el
día de su detención, quien se expresaba en castellano, usaba reloj y tenía encendedor.
Han pasado 24 años y la herida abierta en la puna de Uchuraccay sigue abierta mientras los autores
intelectuales de la barbarie siguen cobijados en las sombras del anonimato. El periodismo independiente
no los olvida. La Justicia tampoco.
En busca de la verdad
Sin arredrarse ante el peligro del fuego cruzado y la desidia de los mandos militares que les negaron
protección, el 26 de enero de 1983, ocho periodistas y un guía partieron hacia la puna de Ayacucho para
descorrer los entretelones de la guerra sucia que estremecía al país en una pesadilla de sangre, dolor y
destrucción.
Los informes oficiales eran confusos sobre enfrentamientos en Huaychao, donde habían sido acribillados
a balazos adolescentes catalogados como senderistas.
Las autoridades militares suspendieron los vuelos en helicópteros para los periodistas que exigían
investigar denuncias de los sobrevivientes sobre lo que se denominaba eufemísticamente como daños
colaterales.
Los encorajinados reporteros no dudaron en abandonar la eventual seguridad en Ayacucho en una
búsqueda de la verdad, sin presagiar que las fuerzas oscuras no lo permitirían.
Desde ese entonces se esbozaba el terrorismo de Estado para combatir a los terroristas y todo aquel que
se cruzara en su camino.
Participaban en la expedición Eduardo de la Piniella y Pedro Sánchez de El Diario de Marka; Willy
Retto y Jorge Mendívil , de El Observador; Jorge Sedano , de La República y Amador García de la revista Oiga,
a la que se unieron después los corresponsales ayacuchanos Félix Gavilán (El Diario de Marka) y
Octavio Infante (diario Panorama), además del guía Juan Argumedo.
Traición de Melius
La ciudad de Ayacucho estaba controlada totalmente por efectivos policiales y militares mientras que los
servicios de inteligencias se infiltraban para contrarrestar el avance senderista, vigilaban hasta en el mínimo
detalle a los periodistas en busca de supuestos colaboradores subversivos.
El chuponeo telefónico era un secreto a voces , especialmente en lugares estratégicos como el hostal
Santa Rosa, donde se hospedaban los enviados especiales de diarios, revistas y canales de
televisión. Se comentaba que entre los infiltrados de inteligencia figuraba un execrable personaje
conocido como Melius que informaba sobre cada uno de los pasos que daban los hombres de prensa.
Sin ocultar su indignación, el veterano reportero gráfico, Oscar Retto, padre del desaparecido Willy,
responsabilizó al general Clemente Noel Moral, jefe del Comando Político Militar de Ayacucho.
"Ellos sabían que los periodistas habían salido de Huamanga. Es imposible que no se hubieran dado cuenta. Nadie salía sin salvoconducto. Los militares los dejaron pasar sabiendo quiénes eran. Pero nunca se
tomaron las evidencias en cuenta, e increíblemente todas las autoridades, hasta la Comisión de la Verdad,
libró a los militares", dijo con la herida a flor de piel pese al tiempo transcurrido.
Los titiriteros de la muerte nunca fueron tocados con el pétalo de un expediente pese a que desde sus
cómodos despachos eran los que bajaban el dedo para los secuestros que terminaban en
ejecuciones extrajudiciales. Era el secreto a voces en las zonas castigadas por la guerra sucia, el pacto
infame de hablar a media voz.
Inclemente Clemente Noel
El 31 de diciembre de 1982, el General EP Roberto Clemente Noel Moral fue nombrado Jefe Político Militar
de la zona de emergencia, cargo que asumió oficialmente el 1 de enero de 1983. Al año siguiente lo
sucedieron en el General EP Adrián Huamán Centeno y el entonces Coronel EP Wilfredo Mori Orzo.
Dichos generales, así como oficiales del Batallón bajo su mando se instalaron en el Cuartel N° 51 Los
Cabitos, en Huamanga, donde tuvieron su centro de operaciones.
Tal como señala el informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, las violaciones de derechos
humanos aumentaron. Oficialmente se registraron 138 casos de personas que fueron secuestradas,
torturadas o asesinadas por las Fuerzas del Orden en 1983 y 1984.
En esta estrategia de la muerte, los militares optaron por la espeluznante táctica de tierra arrasada. No
vacilaban en asesinar campesinos inocentes ante la mera sospecha de colaboración con los subversivos.
Cualquier error se consideraba daño colateral. Esa aberrante práctica fue comunicada a los comuneros.
Los que llegaban en helicópteros eran amigos, es decir policías o militares, pero los que se desplazaban
por tierra, eran terroristas.
La orden de matar a todo sospechoso había sido impartida por los oficiales a los asustados
campesinos que sobrevivían en el fuego cruzado de dos terrorismos: de Sendero Luminoso y de los
oficiales militares. Quien dudaba podía ser acusado de colaboracionista y víctima de las represalias de
cualquiera de los bandos en pugna.
En la ruta de la muerte
En la agreste puna de la provincia de Huanta, a 4 mil metros sobre el nivel del mar, la comunidad de Uchuraccay,
se había convertido en la ruta clave de la guerra antisubversiva, una especie de tierra de nadie que convertiría en el trágico escenario para el martirologio de la prensa.
A mediados de 1981, un grupo de forasteros encabezados por un tal Martín llegó a la comunidad ofreciendo intercambiar sus productos, como botones, agujas, hilos , prendedores y espejos por chuño y oca. Se ganaron la confianza y, poco a poco, los indujeron a asistir a las escuelas populares de adoctrinamiento de Sendero Luminoso.
El informe de la CVR indica que desde ese año las comunidades de Uchuraccay, Iquicha y Huaychao estaban infiltradas como bases de apoyo de SL donde los subversivos azuzaban el ataque a los puestos policiales de Huanta y Tambo.
Habían logrado una ruta de escape a las inhóspitas faldas del Rasuwilka.
Los senderistas no eran, pues, desconocidos en Uchuraccay, Incluso , después del asalto al puesto policial de San José, en enero de 1982, escaparon a la comunidad y bailaron en la puerta del cementerio.
Ante la escalada subversiva muchos puestos policiales fueron abandonados. El 22 de agosto de 1982, atacaron el puesto de Vilcashuamán, con el saldo de cuatro policías muertos y tres heridos. En Uchuraccay el Comité Popular es presidido por Severino Huascar Morales Ccente.
Las presiones de los sediciosos provocó la reacción de los Varayoc y la comunidad clamó venganza pero los perdonaron con la promesa de que no regresasen jamás. SL cobró venganza con crueles asesinatos y Uchuraccay poco a poco asumió la rebelión multicomunal contra los terroristas.
No eran, pues, campesinos que no reconocieran a los senderistas. Los habían sufrido en carne propia y combatido.
Era imposible que confundiesen a ocho periodistas y un guía con sus enemigos.
Huaychao
El 23 de enero de 1983, el general Clemente Noel declaró en conferencia de prensa que la comunidad de Huaychao había tenido un acto de coraje y virilidad al rechazar una columna senderista. El presidente de la República, Fernando Belaunde, se unió a los elogios.
Se informó del envío de una patrulla y un comando helitransportado para llevar alimentos y prestar protección a las comunidades.
Ese día llega un helicóptero a Uchuraccay y descienden quince efectivos policiales, del destacamento Los Sinchis, quienes se quedaron a pernoctar en la comunidad, de acuerdo a los informes oficiales. Dejan la siniestra orden de matar a todo extraño que llegase a pie.
Solo con la abierta incitación a la violencia y recompensa de alimentos y medicinas, los jefes policiales eran responsables en la masacre contra los periodistas. Se afirma que, en medio de esos incidentes, todos los Sinchis se retiraron de la comunidad, seguros de que su orden se cumpliría.
Otras versiones no descartan que, precisamente, por ser un corredor estratégico de Sendero Luminoso, se montó una base de inteligencia. Por lo demás, ¿ Cómo estaban seguros los estrategas de la guerra antisubversiva que los comuneros de Uchuraccay , armados con hondas y hachas, repelerían el ataque de senderistas que portaban fusiles FAL y granadas de guerra? ¿ El gobierno se arriesgaba a una nueva derrota en momentos que celebraba su victoria en Huaychao?.
Expedición fatal
Esas mismas dudas tenían los ocho enviados especiales de los diversos medios de comunicación, en Ayacucho, que decidieron viajar hasta la comunidad de Huaychao en busca de la verdad. Los partes oficiales pecaban de demasiado triunfalismo en plena guerra subversiva.
El taxista, Salvador Luna, contratado la tarde anterior, relató que tras las compras de provisiones, la expedición de periodistas cruzó a las 6.30 de la mañana el control de Magdalena, extrañamente sin dificultades.
A las 8.30 a.m. el taxi llegó a Yanaorco, luego de una breve parada en Paclla donde los periodistas desayunaron y tomaron algunas fotografías. Abandonaron el vehículo un poco más allá de la laguna de Tocto, para seguir su viaje a pie, conducidos por Octavio Infante, quien conocía esa ruta.
Después de dos horas, en Chacabamba fueron atendidos por los familiares de Infante, que les comunicaron que el viaje era demasiado peligroso. Su medio hermano, Juan Argumedo, se ofrece como guía hasta Wachwaqasa, a la entrada de Uchuraccay, desde la cual era fácil seguir a Huaychao.
El informe de la CVR señala que en Uchuraccay, a mediados de la tarde, el gobernador de la comunidad, Fortunato Gavilán García, conversaba sobre las posibles represalias de Sendero, cuando los pobladores gritaron que venían los terroristas.
De acuerdo con ese documento, los comuneros, armados con palos, piedras, hachas y lazos, salieron a enfrentar la supuesta columna terrorista. Es decir, se les acabó milagrosamente el temor a las bombas y ráfagas de metralletas. En todo caso habrían sido senderistas que extrañamente no llevaban ni una honda.
Se menciona que un joven que hablaba español quiso defender a los periodistas pero fue amenazado de muerte y Silvio Chávez Soto, secretario de la comunidad, ordenó la matanza en la que participaron unas cuarenta personas, muchas de ellas presionadas por las autoridades.
La farsa militar- judicial
En conferencia de prensa, el general Clemente, negó haber conocido el viaje de los periodistas hasta el 28 de enero y aseguró que los mártires llegaron a Uchuraccay portando una bandera roja, por lo que fueron asesinados por la comunidad en defensa de su legalidad. Y no descartó que los campesinos pudieron confundir las cámaras fotográficas con armas.
Es decir, el jefe del Comando Político Militar de Ayacucho desconocía lo que todos estaban enterados en Huamanga, el viaje de ocho periodistas que pasaron sin dificultades los controles. Si los campesinos confundieron las cámaras fotográficas con armas de fuego ¿ cómo se atrevieron a capturarlos amados solo con piedras y hondas?
En esta farsa, el juez instructor de Huamanga, Hugo Molina, se apresuró a tomar conocimiento del caso pese a que no se encontraba en su jurisdicción y de inmediato aceptó el pedido del Comando Político Militar de exhumar los cadáveres, sin contar con la presencia del fiscal de turno y del secretario judicial encargado de legalizar el acta-
Este magistrado de pacotilla no tuvo mejor idea que nombrar como testigo actuario al Sinchi, Luis Mesías Román, pese a que los policías eran acusados de autoría intelectual en la masacre. Las mil y una barrabasadas de Molina determinaron que la Corte Superior de Justicia de Ayacucho ordenase su reemplazo.
Del 9 al 14 de mayo, el juez ad hoc, Juan Flores Rojas, recorrió el escenario de la tragedia encontrando en los cerros de Uchuraccay la cámara fotográfica de Willy Retto .Las fotos demostraron que las víctimas dialogaron con sus verdugos y no existió la reacción irracional que señalaba la versión oficial.
Asimismo el misterioso personaje llevaba calzado y no ojotas, así como pantalón propio de los citadinos. Pero el testimonio gráfico, que vale por mil palabras, no fue evaluado en su real dimensión.
El gobierno formó una Comisión Investigadora, presidida por Mario Vargas Llosa, cuyas conclusiones lejos de contribuir al esclarecimiento echaron más sombras. El informe se perdía en divagaciones sociológicas y señalaba que los culpables de la masacre eran la sociedad peruana misma, por permitir que los campesinos de Uchuraccay vivan en condiciones de aislamiento y marginación tan dolorosos que sólo producen violencia que es respondida con más violencia.
Es decir, no señaló a los culpables directos, los autores intelectuales ni a los responsables políticos.
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Artículos de Fondo
"Vargas Llosa se aprovechó de nuestro dolor"
17 años después, las heridas de Uchuraccay aún siguen abiertas:
Viudas y madres de los periodistas asesinados en Ayacucho se indignan al recordar la injusticia que apañó el escritor.
El escritor Mario Vargas Llosa, en su reciente y corta visita al Perú, nos ha sorprendido con el sempiterno y trajinado estribillo de que siempre estuvo a la vanguardia de la defensa de los derechos humanos, entre otras perlas.
De pronto, estas expresiones han sacudido la dignidad y el corazón de los deudos de las víctimas de los periodistas asesinados en Uchuraccay, Ayacucho, en 1983. Con el dolor y sufrimiento todavía imborrables en su memoria, recuerdan al escritor por su incapacidad de llegar a la verdad cuando presidió la comisión investigadora de estos luctuosos hechos. Gilma de Retto señaló que Vargas Llosa "ocultó ex profesamente la verdad del caso y que por eso traicionó las lágrimas de los deudos".
Además que debido a "que su conciencia no lo dejaba dormir, tuvo que nacionalizarse español", tras enfatizar que "tan asesino es el que mata como aquél que lo apaña", dijo. Igualmente, Alcira viuda de Sedano señaló que el escritor le ha mentido al país y que además usufructuó con el dolor de los deudos, utilizándolo para su lucro personal.
Hace 17 años, un 28 de enero de 1983, el mundo se sobrecogió de espanto al enterarse de la noticia de la cruel muerte de ocho periodistas y de su guía en la comunidad de Uchuraccay, en las alturas de Ayacucho, cuando cumplían misión informativa en esa inhóspita zona. Se trataba de Jorge Sedano de La República; Eduardo de la Piniella y Pedro Sánchez, de El Diario de Marka, Willy Retto y Jorge Luís Mendívil de El Observador, Amador García de Oiga, Félix Gavilán y Octavio Infante, periodistas ayacuchanos y corresponsales de "El Diario de Marka", y el guía Juan Argumedo.
La masacre de Uchuraccay es uno de los más sangrientos episodios de la historia del periodismo nacional, cuya verdad aún se mantiene oculta, no obstante que en ese entonces se nombró una comisión investigadora presidida por el escritor Mario Vargas Llosa, la que llegó a la conclusión "absoluta" de que la masacre era el resultado de un "trágico accidente": los periodistas y el guía fueron confundidos con senderistas por los comuneros de Uchuraccay quienes, en un estado de pánico histérico, les dieron muerte. ¿El responsable? Sendero Luminoso.
Volviendo al pasado
El 26 de enero de 1983, a las cinco de la mañana, los periodistas sentenciados por el destino terminaron de tomar el café, más amargo que nunca, de sus termos. Afuera, el taxi los esperaba. El reportero gráfico de GENTE, Jorge Torres Serna, decidió no ir con el grupo (ver recuadro aparte). El taxi subió hasta Tambo. De ahí, el grupo tendría que ir a pie. El aire de las cumbres ayacuchanas era especialmente gélido. El olor del paisaje serrano se impregnaba en las fosas nasales de los hombres de prensa. Los corazones limeños se agitaban un tanto y subían con dificultad por la quebrada. A 4,250 metros sobre el nivel del mar se levantaba el pueblo de Uchuraccay. Chozas con techo de paja y cimientos de barro. Rostros andinos tasajeados por el frío. Voces y susurros en quechua. Temor a Sendero y a los extraños. Piedras y hachas preparadas.
De frente con la tragedia
En sus noches de filosofía alcohólica decía el recordado Raúl "Gordo" Villarán:"Periodistas somos aquellos que moriremos sin haber creído jamás lo que el resto de la gente vivirá creyendo toda su vida".
Los periodistas no comen cuento. Su matrimonio de amor, una vez y para siempre, es con la verdad. Y su más definitivo divorcio se establece de una vez con la mentira.
En Ayacucho los periodistas hablan con la gente, averiguan, hacen comprobaciones. El resultado: los comunicados oficiales mienten. Los sinchis ametrallan, violan y saquean impunemente a indefensos paisanos que luego son presentados como terribles "senderistas".
Entre bromas y proyectos, los periodistas continúan su marcha y a las 7 y 45 de esa misma mañana llegan a la localidad de Yanaorco, donde está instalada una estación de microondas amagada hasta tres veces por los terroristas. El taxi no va más. De ahí en adelantes habrá que continuar la misión a pie. Suponen que la marcha durará ocho horas. Hay diferencia entre ese tiempo y una dolorosa e insondable eternidad.
Aquí las versiones se confunden en una visión gris que parece anteceder a la muerte, al horror y lo increíble.
Al principio, sonrisas tímidas. A paso cansino ingresaron al pueblo. Comieron, bebieron, hablaron. Después, palos, pedradas, gritos, muerte. Impensable. Sólo el disparador de Willy Retto con la cámara a la cadera, disparaba y disparaba enfocando sin mirada, una a una, sus últimas fotografías, que nunca se imaginó, darían la vuelta al mundo.
¿Por qué lo hicieron? Silencio, nadie responde. ¿Acaso parecían guerrilleros? ¿Acaso tenían pinta de terrucos? "No, señor. No sabíamos que eran periodistas" (todo en quechua).
Las cámaras de televisión, al día siguiente, captaron a distancia los cuerpos pálidos, amarillentos, aún embadurnados de sangre y lodo. Después fueron puestos en bolsas negras de polietileno. El avión los traería de vuelta. En el funeral, las lágrimas de compañeros y jefes anegaron los cementerios. Una tristeza infinita cubrió las redacciones. Desde entonces nada volvería a ser igual.
La comisión
El gobierno de Belaúnde decidió nombrar una comisión investigadora presidida por el escritor Mario Vargas Llosa e integrada por el decano del Colegio de Periodistas del Perú, Mario Castro Arenas y el jurista Abraham Guzmán Figueroa. También fueron parte de la comisión los antropólogos Juan Ossio, Fernando Fuenzalida y Luis Millones; igualmente el lingüista Rodolfo Cerrón Palomino, el sicoanalista Max Hernández y el abogado Fernando de Trazegnies.
Las ¿investigaciones...?
En febrero, la comisión visitó Uchuraccay e interrogó a los comuneros y familiares del guía Juan Argumedo. El informe respectivo fue entregado en marzo de 1983, caracterizándose por incluir interpretaciones de tres tipos: convicción absoluta, convicción relativa y convicción dudosa. Entre las conclusiones más importantes hubo una que señaló que el viaje de los periodistas fue bajo su propia responsabilidad y que los principales jefes político-militares no tuvieron conocimiento de él. Que los comuneros de Uchuraccay los habrían confundido con un destacamento senderista que venía a escarmentarlos por los linchamientos ocurridos en Huaychao. Que "los periodistas debieron ser atacados de improviso, masivamente, sin que mediara diálogo previo, y por una multitud a la que el miedo y la cólera, mezclados, enardecían y dotaban de ferocidad infrecuente en su vida diaria y en circunstancias normales". Que era falsa la tesis de que los periodistas hubieran llegado enarbolando una bandera roja y lanzando epítetos en contra del gobierno. Que la masacre fue obra de los comuneros de Uchuraccay, sin que participaran en ella fuerzas del orden; reconociendo, sin embargo, que los comuneros habían recibido de los "sinchis" la recomendación de defenderse y matar a los terroristas que se acercaran a Uchuraccay.
Este informe fue duramente criticado y calificado como una maniobra encubridora del gobierno.
El hallazgo
El 14 de mayo de 1983, en una cueva de vizcachas del cerro Huashua Ccasa y cerca a la comunidad iquichana de Uchuraccay, accidentalmente fueron encontrados cámaras, rollos, y documentos de algunos de los ocho periodistas masacrados. En una de las cámaras (la perteneciente a Willy Retto) se encontró un rollo a color "Ektachrome", del que sólo se rescataron nueve vistas. Estas dieron un vuelco a las investigaciones sobre el caso y hoy está aquí, bajo una nueva lupa.
Jorge Torres Serna, testimonio
Esa madrugada del 26 de enero de 1983, el experimentado reportero gráfico de GENTE, Jorge Torres Serna, no viajó con la comitiva de los ocho periodistas a Uchuraccay. ¿El motivo? La víspera, Torres llamó a Julián Cortez, en ese tiempo Director de Redacción de GENTE, y le informó que había dos comisiones por cumplir, la primera referida a un viaje en grupo a Uchuraccay y la otra una entrevista telefónica con un mando terrorista. Cortez, quien se encontraba junto a Enrique Escardó V-G, director fundador de GENTE, le dijo "No me interesa que vayas a Uchuraccay porque si vas con un montón de gente, entonces ¿cuál es la primicia?... A mí me interesan más los datos que puedas conseguir en exclusiva con el mando terrorista".
Torres Serna insistió y su interlocutor le replicó: "¡De ninguna manera viajas allá. Si vas, no te pago esa movilidad!". Fue suficiente. Torres Serna, a regañadientes aceptó la orden, sin saber que le habían salvado la vida.
Al día siguiente por la madrugada, él ayudó a sus compañeros a organizarse, les dio consejos, les hizo bromas y los despidió con un rictus de nostalgia. Días después, cuando se enteró de la fatal noticia, no lo podía creer, su boca enmudeció, sus ojos se enturbiaron. Torres estaba vivo, él se había salvado, pero... sus compañeros, sus amigos, estaban convertidos en guiñapos humanos. El estaba vivo, pero algo en él comenzó a morir de a pocos.
Heridas abiertas...
Hoy, 17 años después, las heridas aún se mantienen abiertas y sangrantes. GENTE fue en busca de la madre de Willy Retto. Ella, en su casa, nos recibió a través de las rejas de su puerta, pidió disculpas por no dejar entrar al pasado que conmocionaba su presente y nos dijo: "Por favor... ha pasado tanto tiempo y ahora que usted me pregunta por lo del ayer, mi sangre se me revuelve por la furia mal contenida que se ha ido empozando en mi vida".
Sólo queríamos preguntarle cómo quedaron las investigaciones de la comisión que presidió Vargas Llosa...
Todo fue una farsa, el señor Vargas Llosa sabe muy bien quiénes son los asesinos, pero no lo quiso decir nunca. Siempre ocultó la verdad. El traicionó las lágrimas de todos los deudos, y como no podía seguir aquí conteniendo esa vergüenza, se nacionalizó español para huir del país.
Son palabras muy fuertes, señora...
Pero qué quiere que le diga, ¿que él nos hizo un gran favor? Cuando todo el mundo sabe que obtuvo ganancias con los informes que propalaba por la televisión. Ese hombre es un gran mentiroso. Nos ha hecho mucho daño y ahora viene con que defiende los derechos humanos. ¿De qué derechos humanos me habla, si la comisión que él presidió prácticamente nos dice que nuestros hijos eran terroristas? El ocultó la verdad. Por eso, tan asesino es el que mata como aquél que apaña el crimen.
Una premonición
Alcira Velásquez viuda de Sedano, hace 17 años se quedó sola al cuidado de sus seis hijos y no se ha vuelto a casar por respeto y tributo al amor de toda su vida. Con su taller de costura y sus grandes deseos de lograr a sus vástagos, vaya que sí lo consiguió.
En conversación con GENTE, recuerda que ella, horas antes del desenlace fatal, tuvo un sueño premonitorio, en donde en claras imágenes oníricas vio que se encontraba en Ayacucho. No obstante ella no aparecía en el sueño, observó que un grupo de personas corría desesperado por la pampa, perseguido por militares y entre ellos estaba su Jorge. "Veo el campo desolado y no había dónde esconderse, ellos corrían y de pronto uno de los soldados vestido con uniforme manchado y una metralleta dispara y al que dispara primero es a Jorge, quien se agarra el pecho y cae tendido en el suelo".
Entonces, usted ya estaba prácticamente preparada para la fatal noticia...
Ni crea, porque cuando me dieron la noticia el mundo se me vino abajo y ahora que pienso, Jorge ya presagiaba algo, pues antes de irse, medio en broma y medio en serio, me dijo: "Mira Alcira, por favor, cuando yo muera, te ruego que te cases nuevamente, tienes derecho a tu felicidad. Yo no me preocupo porque sé muy bien que mis hijos están en buenas manos. Tú eres una mujer muy trabajadora y tienes muchos clientes en el taller de costura".
¿Qué me puede decir de la comisión Vargas Llosa?
Por favor, ese señor no tiene autoridad moral para venir aquí y decir que es un gran defensor de los derechos humanos, cuando la verdad del caso Uchuraccay ha quedado impune por obra y gracia de él. El nos ofreció una pensión vitalicia y una serie de beneficios que sólo fueron para la platea. Lo único que conseguimos fueron las casas que nos donó el ex presidente Fernando Belaúnde.
¿Y los resultados de la comisión?
Bueno, esa comisión, me parece que todo ha sido arreglo, porque ellos habían dicho que habían encontrado unan bandera roja, pero eso no es cierto porque ellos siempre llevan una franela roja para tapar y limpiar sus máquinas fotográficas. La verdad la ocultó el señor Vargas Llosa y por eso le mintió al país en forma descarada. Yo he viajado como cinco veces a Uchuraccay y he conversado con los comuneros. Ellos me han dicho que fueron los militares de esa época quienes asesinaron a los periodistas. Y eso lo sabe el señor Vargas Llosa. Lo lamentable es que las pruebas las ha limpiado la comisión Vargas Llosa, pero yo igual lo denuncio. Por eso este señor escritor no va a venir a contarnos un cuento como lo que hizo en el año 90, cuando se aprovechó de nuestro dolor y a algunos de los deudos nos utilizó para su campaña política engañándonos vilmente. Ese señor nos ha hecho mucho daño.
Epílogo
Las declaraciones de los deudos de las víctimas de Uchuraccay son contundentes contra Mario Vargas Llosa, a quien no le pueden quitar los lauros que como escritor ha conseguido a nivel mundial, en virtud de su fértil pluma y febril imaginación. Sin embargo, su autoridad moral se resquebraja totalmente cuando habla de los derechos humanos, que nunca supo defender.
Héroes del periodismo
Jorge Sedano Falcón incubaba en su verdadero yo dos pasiones, la fotografía y el seco de gato que preparaba como ningún negro cunda lo ha hecho. Reportero gráfico y de los buenos, descubriendo todos sus secretos a costa de mucha calle y mucho golpe en tiempos que los agentes del orden rompían el lomo más fiero para evitar la foto reveladora. Cuando en las salas de redacción de La República se inició un sordo rumor de que el jefe del comando político militar, general Clemente Noel, había iniciado la operación de limpieza en Ayacucho, Sedano pidió viajar. Se le enrostró que estaba muy subido de peso y además, que Armando Campos y Ernesto Salas cubrían la información por el diario. Pero fue inútil, Sedano insistió e insistió hasta el paroxismo y logró el permiso.
Jorge Luis Mendívil, el inquieto bausatino de "pura cepa", era el especialista en internacionales e inactuales en el diario "El Observador". Tenía especial interés por el tema de El Líbano, cuando el precio del papel subió y tuvieron que suspender la publicación del suplemento. De improviso, fue cambiado a otra área, la de Locales, para enfrentarse de cara con un hueso duro de roer: Ayacucho. Su compañero de viaje era Willy Retto, quien en lugar de nacer con un pan bajo el brazo, lo hizo con una cámara fotográfica. Acompañaba a su padre, curtido reportero gráfico, en cada una de sus comisiones. En el aeropuerto, parecía el papá de Jorge Luis. El verdadero padre miró con preocupación a su hijo y le dijo a Willy: ¡cuídalo!.
José María Salcedo director del antiguo "Diario de Marka", vacilaba y, más de una vez, le negó el permiso a Eduardo de la Piniella para viajar a Ayacucho. El rubio, alto y gran aficionado al fútbol, casado con Martha, lo tomaba deportivamente y a cada momento revoloteaba por la Dirección con el eterno estribillo: "Ya, pues Chema, ¿cuándo?". Hasta que llegó ese día. Pedro Sánchez, experimentado reportero gráfico, fue encomendado por el Chema, para acompañar a de la Piniella.
Amador García, reportero gráfico de "Oiga", llegó con un día de retraso, como tratando de burlar a la muerte. Había sido fotógrafo ambulante que recorría playas en busca de bañistas en atrevidos bikinis, quienes satisfacían su coquetería con una toma por la que, más tarde, regateaban. Era tímido e introvertido.
Octavio Infante y Félix Gavilán, periodistas ayacuchanos y corresponsales de "El Diario de Marka", quienes no vacilaron en unirse al grupo para ir en busca de la verdad.
Revista Gente.
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